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El día después

Salgo de mi casa en el Raval por primera vez después del atentado en las Ramblas. Voy a trabajar caminando como cualquier día de la semana. Imposible no impactarse con este paisaje raro, cambiado. A mi, particularmente, una de las cosas que me asombra de Barcelona es la buena energía. Es una ciudad que se ríe constantemente, más en verano. En mi trayecto, trato de distinguir las cosas usuales de las que no lo son. Actualmente, Barcelona en el turismo europeo es la chica popular y carismática de la secundaria: se destaca, todos quieren ir con ella, genera amor y odio por igual, pero nunca pasa desapercibida. Mi recorrido de hoy es más pausado que lo habitual. El primer dato que me sorprende es la disponibilidad de bicicletas públicas. Esta mañana estaban todas cuando usualmente no hay ninguna, siempre ocupadas. Están todos metidos adentro, pienso. Las primeras personas que cruzo me miran a los ojos y agachan la cabeza inmediatamente, como diciendo “lo siento”. Se nota el dolor. Sig

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