Condicional
Porque si lográramos
resolver con inocencia alguno de nuestros problemas cotidianos; porque si
reflexionáramos sobre cada acto que realizamos, midiéndolo con la vara de la
simpleza y la tranquilidad y no del odio y el resentimiento; porque si nos
alejáramos, aunque sea un rato, de la inconsciente aunque densa actitud
especulativa con la que convivimos, que sólo logra no dejarnos proyectar a
presente, y en cambio sí, maldecir el futuro; porque si nos rodeáramos de consejeros
-muchas veces crueles- pero positivos, en lugar de charlatanes -casi siempre
sonrientes- pero nocivos, que no te sueltan la cuerda a vos, por el sólo hecho
de sentirse atados ellos mismos; Y porque si encaráramos nuestras preocupaciones
como oportunidades y viéramos los riesgos como una alternativa de cambio y no
como amenazas a nuestra vida plana, segura y con olor a perfume importado;
porque si escucháramos más, para aprender más, y habláramos menos para ignorar
menos; porque si nos dejáramos llevar libremente, sin prejuicios ni
contracturas, por las geniales vibraciones que la música provoca nuestros
cuerpos; porque si nos soltáramos con espontaneidad
a esta vida multirítmica que nos zumba en la oreja de vez en cuando, varias veces
al día; porque si viviéramos creativamente en vez de subsistiéramos zafando y
postergando; porque si nos tomáramos la vida como un sencillo juego, distendido,
con juguetes divertidos y no como un trabajo, exigente, con jefes aburridos… andaríamos más tranquilos y lograríamos
darnos cuenta, gente, de lo cerca que estaríamos de la aspiración más grosa que
tenemos de grandes: volver a ser chicos.
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