Memoria para convivir

Ha pasado el día de la memoria. Nada tiene que ver con cualquier otro feriado del año. El día más moral de todos ellos, el más reflexivo, el más nacional, el más sensible también. Cada argentino y cada creyente de la democracia procuraron, a su manera, reflexionar sobre lo acontecido.

Creo positivo que, la charla que hoy en muchas casas comenzó con la mera pregunta “¿por qué es feriado hoy?”, continuó con el comentario de algún sobreviviente de aquel periodo acerca de algo que recuerda, o con el testimonio de alguien que vivió con más fuerza esa época por motivos políticos, de violencia en carne propia, de ubicación geográfica o simplemente de ideología.

Me pasa que, viendo el panorama que los medios me muestran, escuchando los comentarios de amigos cercanos y atendiendo a las declaraciones cotidianas del quiosquero, tachero o verdulero, obtengo una conclusión bastante triste pero real: Argentina es un país fuertemente dividido.

Por un lado, quienes aún continúan pidiendo justicia, quienes van a la plaza a manifestarse en este día, quienes hacen de la política de derechos humanos su manera de resolver temas de todas las índoles, quienes se resienten ante cualquier expresión o individuo que va contra sus principios (Carta Abierta repudiando al Nobel Vargas Llosa).

Por otro lado, quienes, con mucho estilo y precaución porque el contexto no los favorece, reivindican el accionar del gobierno militar con frases como “cuando estaban los milicos, esto no pasaba”, o “vos no sabés, pibe, qué lindo era caminar por la calle tranquilo, sin miedo, sabiendo que no te va a pasar nada”. Son quienes pensaron, piensan y pensaran egoístamente porque nada les ha pasado, quienes siguen negando muertes y represión argumentando que todo es “mentira” del gobierno “zurdo” de turno, y no tienen en cuenta que desmienten desde los menemistas 90.

Convivir, según la Real Academia Española, es la acción de vivir en compañía de otro y de otros. Me cuesta imaginarme, de acá a diez años, una sociedad argentina que viva en un marco de convivencia. Un país en el cual cada uno, con argumentos sólidos y fundamentados, pueda opinar sobre cualquier tema, siendo caballerosamente respetado por el otro. Y que si el otro piensa diferente, pueda también exponer su posición. Lamentablemente, me cuesta imaginarme un país en el que la memoria se utilice como una herramienta, tanto para uno mismo como para los otros, con el objetivo de crecer todos juntos.

Comentarios

  1. Que verdad todo lo que decis....cuesta imaginar como estaremos en unos años o mas bien dicho cuesta imaginarse un panorama positivo porque lamentablemente vivimos en un pais de extremos...demasiada dualidad es dificil y muy pocos pueden escucharse,comprenderse y saber que en aceptacion de las diferencias existe la riqueza para conseguir avanzar

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares